Vamos por la vida, sin saberlo, con una venda en los ojos. Creemos ver la realidad, pero eso no es cierto. Somos el resultado de una multitud de causalidades que vivieron nuestros antepasados para que hoy estemos vivos. Recientemente he visto un video que decía que...
Vamos por la vida, sin saberlo, con una venda en los ojos. Creemos ver la realidad, pero eso no es cierto.
Somos el resultado de una multitud de causalidades que vivieron nuestros antepasados para que hoy estemos vivos.
Recientemente he visto un video que decía que si nos retrotraíamos a 20 generaciones atrás tenemos 1048576 ancestros de los que no sabemos nada. En más, y que con suerte sabemos algo de nuestros bisabuelos.
En nuestro árbol seguramente hay historias de amor, de locura y de muerte, secretos, conspiraciones, historias de apoyo y contención, pero ¿ Que sabemos de nuestros antepasados? Probablemente casi nada.
Toda familia tiene sus misterios “sus trapitos sucios” que no deben ventilarse porque “todo queda en familia” y no esta bien hablar mal de nuestro linaje, por lo tanto callamos, escondemo, pero esos secretos quedan encriptados y a veces son llevados en el cuerpo por las generaciones posteriores para poder salir a la luz.
Al nacer, cómo bien dice Diana Paris, no sólo heredamos los genes, también heredamos una historia y los mandatos familiares. “Cada familia es un mundo” decían las abuelas y tenían razón, porque cada familia tiene sus propias reglas, lo que se debe y lo que no se debe hacer si uno quiere pertenecer. Entonces por miedo a la exclusión generalmente nos conducimos por la vida respetando esos mandatos, “eso” que se espera de nosotros, sin cuestionarlo. También por amor ciego somos leales a nuestros ancestros y sobre todo a los excluidos del sistema familiar, miramos con amor sus destinos y lo repetimos como una forma de querer reparar esa exclusión. Y si pensamos que traemos la información de 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelo y podríamos seguir, ¿Hasta que punto pensas que no te influyen?
Pienso, siento y estoy segura que las Constelaciones Familiares nos permiten asomarnos para ver un poco quienes fueron esos ancestros y cómo sus infortunios, sus tristezas, sus enojos y sus amores nos influencian llevándonos a comportarnos y a repetir esas experiencias para poder sanarlas. Se teje entre nosotros, y no lo sabemos, un puente en el cual ellos nos tienden la mano y nosotros por amor y lealtad la tomamos, y ofrecemos sin saberlo, nuestro destino para solucionar esas desavenencias, creyéndonos más grandes al querer lograr lo que ellos no pudieron.
Gracias a Las Constelaciones podemos “viajar” en el tiempo y buscar la mejor solución para todos, cosa que en su momento no se pudo, tendiendo así un puente inverso, del presente al pasado para liberarlos y liberarnos, logrando que el amor vuelva a fluir entre todos los miembros del sistema.
Las Constelaciones Familiares te permiten quitarte la venda de los ojos y ver la realidad, arrojando luz y llevando amor hacia todos los miembros del árbol genealógico, tanto a las generaciones pasadas como a las generaciones futuras.
Estás dispuesto a sacarte esa venda? Te animás a mirar con amor a tu sistema? A mirarte con amor a vos?
Te invito a probar y conocer esta hermosa herramienta sistémica.
Soledad Isabel Ciccia
Consteladora Familiar y Estructural.
Terapeuta Holística y Facilitadora de técnicas de Ascención
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